miércoles, 10 de febrero de 2010

Sabino Arana no era tan bastardo en el fondo.

Llevaba uno sin pasearse un tiempo por el blog de tercioss, gran divulgador sobre los logros de esta puta España, y fuente de inspiración cuando encontré una entrada sobre Sabino Arana (el inventor del "Jaungoikua eta Lagizarra" y otras barbaridades que ríete tú de Mendel y sus teorías con los guisantes) y la opinión al respecto que le merecía Cataluña en cuanto a la nación (española, por si alguien se me pierde). Y es que tampoco era un indigente intelectual el hombre en el caso que nos atañe, la españolidad histórica de Cataluña.


Imagen extraída de www.pasapues.es.


Y es que discutir eso, demuestra el nivel cultural del interpelado. Se puede aceptar en cambio un trato mínimamente de duda a las otras comunidades históricas; Galicia, Navarra, País Vasco o el resto de reinos medievales que sí fueron entidad política propia de aquella manera. Pero, ¿Cataluña, que nunca pasó de un simple condado?
Esta existencia de diversas entidades "autónomas" solo es entendible desde la expansión territorial a costa de los reinos musulmanes del sur. En esa expansiónlos nobles irán recibiendo tierras y beneficios.
Pero la expansión aragonesa acabará chocando con la expansión del condado catalán por lo qeu Cataluña entrará a formar parte de la corona después del casamiento de Petronila (hija de Ramiro II de Aragón) con Ramón Berenguer IV, conde de Cataluña, quien, a pesar de ejercer como tal, no tomará el título real.

Pero volviendo a Sabino y su opinión sobre Cataluña, he aquí algunas de las verdades como puños, aunque otras no tanto, de este soñador:

“Dice La veu de Catalunya que los catalanes son hermanos nuestros de desgracia, y que también somos en el mismo concepto de los baleares, los valencianos y los gallegos (…) Fraternidad de desgracia; porque, en efecto, fraternidad de raza no la hay entre aquellos españoles y nosotros, como no seamos también hermanos de los coreanos (…) Pero tampoco somos hermanos de desgracia (…) porque la desgracia de los catalanes (…) y la nuestra no se parecen en lo más mínimo. Los catalanes perdieron las leyes privativas de su región; nosotros hemos perdido nuestra nacionalidad e independencia absoluta (…) No es razonable la alianza de los catalanes y los bizkaínos; pues no son semejantes los sujetos Bizkaya y Cataluña, ni se parecen por su desgracia; ni tienen un enemigo común; ni son las mismas sus aspiraciones (…) Equiparar nuestro derecho a constituir nación aparte, con el derecho que le sirviera de base al nacionalismo catalán, sería rebajar el nuestro (…) Nunca discutiremos si las regiones españolas como Cataluña tienen o no derecho al regionalismo que defienden; porque nos preocupan muy poco, nada por mejor decir, los asuntos internos de España (…) No escribimos nuestro periódico para hablar de política extranjera, sino para instruir a los vizcaínos (…) Jamás confundiremos nuestros derechos con los derechos de región extranjera alguna (…) jamás haremos causa común con las regiones españolas. Entendernos en la acción definitiva: esto es lo único que cabe y admitiríamos con cualquier pueblo de la tierra”.

El desprecio por la alianza con los catalanes tenía su buena razón: “Cataluña es española por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter y por sus costumbres”. “Ustedes, los catalanes, saben perfectamente que Cataluña ha sido y es una región de España (…) una región con caracteres de nacionalidad”, cosa muy distinta de una nación genuina. Por tanto, recuerda sin piedad: “Maketania comprende a Cataluña”, y, para más claridad, agua el entusiasmo mostrado en La Veu por el Lexikon etimológico, naturalista y popular del Bilbaíno neto, de Arriaga, señalando la acepción de “maketo”: “Maketo es el mote con que aquí se conoce a todo español, sea catalán, castellano, gallego o andaluz”

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